Memorial (A Rita y a Lorenzo)
Por. Isidoro A. Gómez Montenegro.
Transitan la
dulce calle del recuerdo; las pisadas dejan huecos en las aceras.
Su recuerdo
pervive en las calles; la vida escoge el vacío, el dolor es sordo como lágrimas.
Anonadado, absorto
por la noticia. Ahora los que partieron antes duermen en la hortaliza el largo
reposo, tenue ciclo, inefable remembrar.
Dejaron brisa
leve, etérea figura, delicadas forman en diciembre esperan la floración del
pino, las esferas de colores cuelgan en franqueza inigualable; inquieta
honradez del cielo, luz del recuerdo hay entre duelos lágrimas, plegarias, Dios dará vida eterna, brumosa furia envuelve
la extraña paz que deja un cuerpo. Caminan a las nubes, cirros, cúmulos,
estratos, lentitud del vuelo, alas cavan en aire al infinito filtro del umbral,
que cruzaremos todos.
La noche canta
a la sombra inoportuna del frío, tuétano de hueso ennegrecido como estrella.
Un miserable
poeta envía pífano sonido de quena, en
pleno canto sin reclamo, sin entender como se queda sin amigo y sin la breve
mujer angelical que tendió la mano. Se borraron del plano terrenal, causan mi
angustia, escribo este memorial o elegía y no entiendo la muerte y te toca.
La noche
despoja su manto inútil, luz de estrellas imanta y avisa… pronto seremos
sembrados, la gente camina ajena… sigue la vida otros la dilatan.
La ceniza del
tiempo cae indiferente.
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