Insurgencia
mexicana
Por.
Isidoro A. Gómez Montenegro.
Gobernar es rectificar.
Confucio.
El
nacimiento de México no puede explicarse sin destacar las aportaciones de
Hidalgo en 1810 e Iturbide en 1821.
Afirman
algunos historiadores que la insurrección quedó aplastada en 1817, luego del
fracaso de la expedición de Javier Mina, no es exacta. Otros dicen que el único
rival para las fuerzas reales era Vicente Guerrero, quien operaba en el
territorio que hoy lleva su apellido. La verdad es que el estado de guerra era
generalizado y continuo. Las fragmentaciones de la insurgencia eran su
debilidad y fortaleza. Debilidad porque impedía conocer acciones militares de
gran envergadura y consensuar un
proyecto político.
En
la actualidad hablar de utopía, en el dominio de la ideología neoliberal, quien
cree en ella se encuentra desfasado o fuera de la realidad social e histórica. Se
ha detectado el exterminio de la historia, de la filosofía, del marxismo, del socialismo,
la misma utopía y otras doctrinas que han pasado a formar parte de sistemas de
gobierno por los que hemos atravesado después de la insurgencia y que otros
países también lo han pasado.
La
filosofía y la política se han vinculado a la praxis social, sobre todo al
humanismo, creando una conciencia positiva de la utopía, da a los pueblos una
razón de vivir. Sin la utopía la vida del hombre sería imposible.
El
predominio de la ideología neoliberal ha venido desde hace varios gobiernos,
sin que exista un gobierno que corrija, castigue, censure.
Octavio
Paz dijo: La teología es la pasión enferma de los novohispanos; después de
Juárez y las revoluciones comunistas del
Siglo XX.
La
escatología católica sigue viva, deformada en la visión en que se educan a
millones de jóvenes que están en el apogeo de su vida productiva.
Sin
cielo eterno o sin comunismo futuro, la vida del hombre, dicen los teólogos de
ayer y de hoy, carece de sentido. Los que no compartimos esa fe valemos menos.
Desde
que Platón aspiró a que el Estado sustituyera a los padres de todos los hijos
de los ciudadanos, hasta las realizaciones más o menos cabales de la utopía. El
estado siempre ha fracasado como sustituto de la autoridad familiar.
Cuantos
huérfanos del Estado viven abandonados sin subsidio, sin amor, con un futuro
desolador. ¿Dónde están los valores de los mexicanos?, ¿dónde está la
conciencia social?, la solidaridad
internacional, ¿dónde están los
mexicanos católicos?, de ahí nuestra oposición al neoliberalismo.
Esta
es una prueba dolorosa del fracaso social, de los izquierdistas mexicanos, de
los intelectuales progresistas. Padecemos el abandono de los últimos gobiernos.
Al
igual que Aristófanes, Woody Allen acusa a Sócrates de poseer todos los
defectos que criticaba.
Necesitamos
volver a la moralidad, a las analectas de Confucio, Confucio es llamado “el
maestro más grande del género humano”. Sócrates fue asimismo un gran maestro.
Sus diálogos estaban dirigidos para los hombres espirituales más cultivados y
letrados de la época; el hombre aprende en comunión con otros.
La
crueldad, los secuestros, la inseguridad social, las extorsiones, los
secuestros virtuales, las llamadas telefónicas, asesinatos, abusos, la
indolencia, la violencia familiar, la violencia contra las mujeres, el
desempleo son señales inequívocas de la derrota nacional, debido a la mala
coordinación del poder judicial.
Si
volvemos a los próceres, igual que a la educación, el conocimiento, al aprendizaje
de buenas costumbres, todo debe venir del núcleo de la familia en el hogar,
hacia afuera, marcando los valores.
La
moral, el patriotismo, la civilidad, aceptar la disidencia pacifica fundada en
el derecho.
Gocemos
de la libertad que tenemos de elegir a nuestros gobernantes, guías morales,
representantes de partido, sin compra de votos o presión, sin cooptar a las
personas y sin represalias por los resultados.
Que
se nos permita a los componentes del tejido social tener capacidad de análisis,
de crítica, de diferir y disentir en las acciones sociales. Además debemos
aprender a coexistir en paz.
Así
tendremos esperanza de llegar a la verdadera democracia, libertad, a las
oportunidades para todos y a la esperanza.
Esa
sería la mayor aspiración de nuestra nación. Sería la renovada humanidad sin
promesas incumplidas. Vestigio de sueños y principio del pensamiento revividos
de generación en generación. Sin tener que volver a la dura experiencia de
siglos de nuestros patriarcas.
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