jueves, 5 de septiembre de 2013

Rosa, Viento y Velero

 
Una rosa crece.
Mi voz cambia con el viento…
Pronuncio lacia letanía
o breve poema.
Tu mirada se vuelve inaudible,
buscas el equilibrio,
con argumentos;
por nuestro bien.
Omitirás recuerdos,
de lugares de euritmia o maldad.
Somos amor incorruptible
ante lo esgrimido.
Llegará el vestido negro de la noche
la rosa seguirá en su sitio.
Cerrará sus pétalos con dolor desnudo.
Somos veleros…
Al orzar en sentido del humo,
bruma o niebla.
Intento ser alfarero
troco de la noche su negrura,
me convierto en alegría;
 destello de sol
 espera interminable.
 Libres de deseo
nos redimiremos de amor.
Somos veleros en fuga.
Te mueves con el viento
hacia mi voz …
Aguardo algo mágico,
ignoro lo que sucederá.
La Rosa en su sitio…
velero huyendo…
amor incorruptible…
¡Infierno o paraíso!
El reloj no reprocha
los instantes perdidos.
 La ceniza del tiempo
nos baña.
La vida será diferente a tu lado.



Águilas de ciudad


Sombras en ciudades, desiertos, valles. Deambulan sin tiempo, escabullen la mirada, afinándola, peinan el desierto palmo a palmo, sobrevuelan la gran urbe.

Desciende en picada, detecta una liebre, le pertenece, la pesca, con facilidad inusitada le desgarra las entrañas estragándose con deleite el alimento. Ejército de hormigas da cuenta, terminan con las sobras. Ahora todo es sombra,  el sol declina al poniente, esencia crepuscular. 

Se solaza en insinuantes dunas águila intensa, viajera, con sed de dominar el firmamento. Ojos, infinita mirada, no duerme, escasamente  cierra sus alas a la intemperie. Dispuestas en la promesa de cielos, nubes, a destrozar  a cualquier otro animal, solo por instinto de supervivencia. En nuevo amanecer; distante  pálpito de oscuridad que imanta el águila, conforma el mundo con otras  aves rapaces, nocturnas telarañas formadas en escasos árboles, busca a las de su especie, sus aromas, el color de su plumaje. 

Vuela a su refugio… baluarte, en vuelo de regreso acrecienta su magnificencia.

Equivocación derriba el instante a más de media urbe, la miel de sus movimientos satura el aire, el viento acaricia nuestros cuerpos. Bajo las garras de águila está la atmosfera que envuelve todo.

Tenemos espíritu de aventura; ninguno como las águilas. A diario, dejan su esencia, marcan ritmo en su vuelo, rompen mitos.

Alguien escribió que hubo águilas bicéfalas, las águilas del huevo de la vida, el águila posada en la estatua de la Casa Blanca.

Marcan ruta señera, no temen a la oscuridad, al insomnio, al Universo, ni al crepúsculo.

Abren la puerta del cielo de par en par, en galvánico escarceo entre nubes y estrellas. En resplandor argentado, el águila se congrega con su especie, en lentos matices sus cenizas plumas se pierden en cada vuelo, peregrinación solitaria de ave rapaz, nos recuerda nuestra condición.

Surjo al vacío interno; la melancolía baña mis pestañas.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Tierra

 


Y la tierra estaba desordenada y vacía…

Y creó Dios al hombre a su imagen,

a imagen de Dios lo creó;

varón y hembra los creó.

Génesis 1; 2 y 27

 
Tierra húmeda, revolcada…
barro que moldeó hombre y mujer.
 
Nacimiento místico,
encarcela a la paloma.
 
Signo, símbolo
estilo en jaula, sin espacio.
 
No arrancarás las voces,
la textura…el camino bendecido.
 
Transitan hombre y mujer.
 
Dejan huella indeleble
ligada de amor a otros…
en los últimos momentos de vida.
 
Tierra polvorosa…rojiza, blanda…
cruenta sepultura.
 
Surco negro donde brilla la simiente y
germina el triunfo.
 
Mano sembradora,
dócil espiga de trigo…solitaria.
 
Dioses nuevos…viejos
marcarán los días.

Basta de amar

 
Soy gota, nube
desciendo del cielo.
Tu vientre perfecto se levanta
en dulce gesto de abandono.
La soledad perpetua nos acompaña
es tarde añil de primavera.
Tu cuerpo busca…
descubre;
 mordaz silencio impronunciable.
Juglares y esclavos
danzan acompasadamente.
Frente a la ventana de nuestra alcoba
mentimos
para mitigar el miedo de perdernos.
Callamos… la vida es indispensable,
transcurre…
tiempo inexorable.
Gota de agua
recorre tu cuerpo impretendido.
Dulces palabras…miedo de perdernos.
Perros con ojos de soles
nos miran al salir.
Afiladas hachas cortan telarañas,
cubren las esquinas de la habitación.
Claro amanecer desgrana gotas de sudor.
Agua tranquila, el cielo dice:
¡Basta de amar!
 


El ahuehuete


 
Descienden pájaros añorantes
de altas ramas del ahuehuete,
es otoño, tiempo de hojarasca.
 
Al viento urean blancos pechos
los cubres con frágiles manos
luz cantarina, el tiempo la deshoja.
 
Cuerpo tembloroso, mieles de miedo.
Bostezo al despertar…
observo tus finos movimientos y
el amor se vuelve llamarada.
 
El ahuehuete nació en la luz
nos llama, brilla la juventud eterna
se alzan nubes… flotan.
 
Tu cuerpo desnudo relumbra.
En el jardín del bosque
el sol enardece,
nos empuja al amor silenciosos.
 
La tarde llega, apacienta las caricias
agua cristalina pasa, se desvanece…
Al soplo del viento llega la noche
con eternidad de ensueño
dormiremos bajo la fronda del ahuehuete.