Siento el movimiento
andares permanentes
cruzan el rumor del vuelo.
Depositas tus pasos en mi pecho,
tu cuerpo universo completo.
Percibo tu cadera…
bajo sirgos otoñales invisibles
corazón oculto en el pecho
tus senos volcanes que lo ocultan.
El piso dormita entre nuestros pasos
se desbardan los aromas.
A lontananza se escucha Gardel
se desdobla la melodía
Volver luego La comparsita.
Te imagino alta, de músculos
precisos
eres catedral de mis horas oníricas
Madrileña de larga falda
ojos cálidos, despierto mirar,
muslos melodiosos, diestros
silueta sonriente en vesperal movimiento,
talle alto, senos sabor durazno.
Luden las teclas y el violín
al compás del péndulo
incesante flameo de tu orla oscura
tacones, incansable, brusco rasgar
de guitarras.
Tafetán adorna tu falda
cubre y descubre
perfectos adivinados muslos,
carne intocable a muchos.
Sueño que te abrazo y te pierdo.
Brazos suaves, sonrientes,
omóplato ardiente.
Aspiro la humedad de nuestros
cuerpos.
Catedral, erguida columna.
Es tu baile motivación de mis
sueños,
ante melodía de humo que
tácitamente dice:
Fumando espero…
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