Poema nocturno
Por, Isidoro A. Gómez Montenegro.
De la garganta de la noche
brota sed a torrentes
dibuja
espacios con astros y
música de estrellas,
ecos de voces y estatuas erguidas.
La muchedumbre se agolpa
escuchan:
“Poema nocturno”.
Choque de estrellas,
hojas de bronce caen,
desde lo alto vuelan hojas secas.
Palabras pronunciadas en oscuridad,
en sombras, cantar de esferas.
Cinético llanto de hombre;
sabe su mortalidad.
No discierne sus palabras entre la lluvia,
frío, recidiva, cataratas de niebla,
agua de abajo hacia arriba,
granos de tinta,
piedra convertida en ceniza.
Éste poema,
vestigio de poca eternidad,
hecho con fe y poca piedad,
estamos en el linde,
en el limen de vida y noche.
¿A dónde ir?
¿A quién debo acudir?
Mi escritura ya no es oscura,
es de agua; igual a mis ojos.
Cuando me marche,
con sed de terminar
ésta miserable agonía,
por no encontrarnos.
Como aquél individuo
uncido al molino,
girando todo el tiempo,
en pos de sí mismo.
Aunque vagues por calles y
suburbios extraños,
regresarás con amargura,
permanecerás siempre a ciegas,
incurable, miserable,
volverás al polvo nuevamente.
No encontrarás tu obra sobre la tierra,
aunque iluminen estrellas,
constelaciones, estaño
la antorcha
llevada por tu compañera.
¿Acaso alguien sabía de ustedes?
¡No!, no se distinguían
vuestras sombras en la oscuridad.
Agonizarán líquenes, helechos,
el hombre
concluirá:
La música de
las estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario