Guy
de Maupassant
Por.
Isidoro A. Gómez Montenegro.
Los árboles toman
color en verano, han pasado los años de mi juventud mal llevada, la luna se
esconde de la lluvia, quiero narrar, aunque no tengo ese regalo maravilloso de
la narrativa, doy principio a esta historia que sale de mi cálamo y de la
investigación sobre éste personaje.
Guy de Maupassant,
muy joven, casi niño, asesorado por su maestro Fluber fue iniciado precozmente
en la lectura, convirtiéndose en lector voraz, en seguida empezó a escribir,
sobre sus rodillas colocaba sus trabajos, pues no alcanzaba la mesa, su mentor
lo llevaba a leer con otros jóvenes, Guy contaría con 12 o 14 años, aunque ya
se destacaba de los demás por su forma de escribir, primero tuvo la inquietud
de la poesía, se dio cuenta que no era su verdadera inclinación, sobre este
tema no abundaré.
Su principal don
era el de la narrativa, ese fue su fuerte, quienes lo conocieron lo describen
como un joven vigoroso que le gustaba remar en el lago, bien desarrollado físicamente. Otros como Emilio
Zola quien lo describe como un hombre de gran apetito sexual.
La realidad es que
teniendo buen físico y no siendo mal parecido, era galante, cuenta una anécdota.
Fluye el misterio de los átomos reproductivos esto es poco creíble, dentro de
los pasajes podemos mencionar uno quizás entre mil: “Llovía copiosamente,
Maupassant esperaba bajo un paraguas que pasaran los caballos para atravesar la
calle, una bella muchacha se detuvo a su lado, él la tomó del brazo, la cruzó
del otro lado y con una reverencia, inclinándose le dijo: Señorita la he dejado
en su casa”.
Maupassant nace un
5 de agosto de 1850 en París y el 6 de junio de 1893 muere en un manicomio,
tenía al fallecer 43 años, era un joven con ingenio, fue considerado en su
época “El príncipe de los narradores”, por su manera de manejar el cuento
corto. Es considerado el relator más completo
del Siglo XIX, vigente aún y sumamente encantador.
Al hacer un
paréntesis desde “Bola de cebo” que fue un éxito, el último “Bel-Ami” novela,
no denota su locura o sus crisis, quienes lo notaron fueron sus amigos. Él se
miraba al espejo desliñado, temeroso y a veces divagando solo. Algo lo acosaba,
el recuerdo de un hermano que había muerto
loco.
Hay otra versión
que investigué, su locura no pudo ser heredada, sufría convulsiones de
epilepsia, por una lesión cerebral causada por la sífilis, enfermedad que era
mal curada en aquel entonces con salvarsán.
Nos quedaremos con
la duda, detrás del nombre de una persona puede haber alguna parte oscura, eso
les corresponde a los biógrafos.
Su última novela
“Bel-Ami”, lo sitúa como el mejor de los prosistas de su tiempo, a pesar de ser
su fuerte el cuento corto, hizo finalmente novela.
Repito una frase
del prólogo de su libro “Lo verdadero no puede ser verosímil”
Considero que es
necesario volver a leer sus cuentos, conoceríamos más del príncipe de los
narradores.
Dedico con cariño
éste trabajo a Manuel Alor, escritor en ciernes que promete ser príncipe de la
narración, originario de Cosoleacaque, ganador del segundo lugar en la
Antología que la Mesa Redonda Panamericana que tuvo a bien convocar a jóvenes
escritores de la región.
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