La
libre información
Por.
Isidoro A. Gómez Montenegro.
Ataque
a periodistas en Latinoamérica, se agrede de manera violenta a quienes
defienden de forma valerosa la libertad de informar, luchan contra la censura y
protegen a quienes ejercen el periodismo en cualquiera de sus facetas.
Existen
organizaciones criminales infiltradas en la sociedad, centros de poder dentro
de las administraciones, en 2010 se cuantificaban 87 periodistas mexicanos
asesinados, 14 en el exilio, 12 desplazados, 20 desaparecidos; se lee rápido,
fácil, pero, son producto de la lenta transición a la democracia y del prolongado
pacto de impunidad, prevalece en altas esferas del poder.
La
transición provocó olas de violencia, caos, inseguridad, señalando a México por
encima de Irak, como uno de los países más peligrosos para ejercer el
periodismo.
Políticos
y empresarios lo saben, como lo sabemos la mayoría de los ciudadanos, pero,
nadie hace nada.
Los
periodistas, los verdaderos, son los únicos que lloran a sus muertos, sienten
la lejanía de los exiliados y acompañan en su búsqueda las voces acalladas de
los desaparecidos, entienden el temor de los amenazados.
Atentar
contra la libertad de expresión e información es atentar contra la libertad de
pensar y decidir, derecho del que políticos y consorcios mediáticos, en gran
medida, han logrado privar a los mexicanos. A través del desgarre del tejido
social y su desorganización de silenciar las voces de los que les incomodan e
intimidar a quienes manifiestan la verdad.
El
hecho de que no se ha llegado a la democracia, ha sido por factores de poder,
no se replanteó apropiadamente el sistema de medios de comunicación, se abrieron los medios a la competencia
política, se apostó a los mecanismos institucionales, para un régimen de
partidos, se hizo poco para rediseñar otros poderes existentes.
En
la transición que se tuvo, se apostó por una parte, no se realizaron tareas
requeridas, de ahí el enorme colapso existente.
Dando
saltos en esa dolorosa transición, se ha observado el poder económico del
gobierno, estatal y federal, tristemente
en este país hay verdadera industria de chantaje mediático, de intercambio de
valores a cambio de dinero público y prebendas.
Remitirse
al presupuesto de estados de la República, si la clase política, los
empresarios, no rinden cuentas del gasto destinado a medios de comunicación, entonces
seguimos en una gran simulación, utilización que daña seriamente la tarea de los medios y los derechos de los
ciudadanos.
Desconozco
la manera inspiracional en que el gobierno en términos operativos ha logrado
acallar comunicadores, optando por no mostrar a las bandas delictivas y sus actividades, lo que sí se sabe, es que
cada fase de la alternancia, tiene momentos de ganar espacios de libertad de
expresión por evolución propia de la sociedad, va abriendo canales de
comunicación y evita se trastoque la precepción de la realidad.
Va
en esta entrega mi reconocimiento a Carmen Aristegui, Elena Lozano G, Anabel
Hernández, Marcela Turati, Diego Osorno, los caricaturistas Rafael Barajas, El
fisgón, Luis Rius, Boligán, Naranjo, Patricio Hernández, Rafael Pineda Rapé,
por contar hechos relevantes, por su acertado periodismo, por los efectos
causados por sus libros, crónicas
serias, libres, por escribir sobre los seres humanos y comprometer su vida y la
de sus familias, por informar lo que acontece y se logre formar una opinión
publica bien consolidada y a todos aquellos que defienden con celo el derecho a
la libertad de expresión, estaremos protegiendo la existencia de una Nación
fuerte, diversa, tolerante, pero sobre todo democrática, este es el principio
de la tolerancia, no todos pensamos igual, esa es la piedra angular de la
tolerancia, sin tolerancia no puede haber democracia.
Me
respaldo en la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y
quien la presida, en la Federación de
Periodistas Latinoamericanos por México y a nuestra Carta Magna, en sus
apartados consagrados en el Art. 6to, parte dogmática de las garantías
individuales, así como de no revelar las fuentes de donde salieron estos datos,
ni incurrir en delitos de difamación o calumnias, conozco mis derechos. Es cuánto.