Remueven
las capas de los árboles, los pájaros, con cantos secretos y graznidos; bajo un
sol que no amansa.
Apresurado
gemido sale de tus poros. Al plegarse tu vientre macizo, la tarde cae sobre tela
cálida.
Un
hombre espera la sombra de tu silueta, el sol se ha ido, él, encerrado en su
ropa camina con sus recuerdos, lleva el tiempo en su espalda, sabe que el sol
abate verdades, un abra de aguas duerme en gemido de mujer, poros de vientre
macizo, oscuro.
Senos
hermanados de risas, mar terso, pliegue de piel, a la luz amarilla
del día.
Llega
la oscuridad… desnudas sábanas, boca sin sabor.
Ella
cierra la puerta, con desconfianza, guarda en su monedero la llave de la
cerradura, sabe que cederán sus tersos muslos de virgen honesta, hurgada en la
infancia.
La
edad se arrastra en rincones de recuerdos, levanta las manos.
En
las casas se oficia, celebran los esponsales, trigos de sol, azules vespertinos
entristecidos.
Los
amantes, aman sesgan el tiempo, corazones cuencos llenan a tesón, aprisionan
pezones, cabellos, abarcan todo esparcen
sobrevivencia; quedo volcado en ti, en lo escrito, no gano palabras al silencio,
los músicos dan su voz.
Fuego
orgulloso o sacro.
¡Oh
amor!, ¡oh piedad!, suaves notas, significante reacción, ventila al fresco
nuestros ingenios.
Dormitamos
al amanecer… belleza de aurora, morena tez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario