Nada es como siempre.
Descubrí que soy alérgico a tu rostro
donde descansa el ala traslúcida del ave.
Crucifícala si así lo dispones,
infecta a los pájaros.
¡Que se quiebren las ramas!,
¡Enloquezcan los bosques!
Su maldad engañó al mundo.
Cuando el silencio nos cubra;
oscureciendo se romperá el paisaje.
No siento la respiración de tu cuerpo
en mis manos.
Sombra dibujada en la escritura…
suavizará la mirada de otoño.
¡Mujer!,
continente en discordia,
cuerpo quemante,
ave que muere poco a poco.
Concluiré el poema con ilusión de poseerte
en medio de orgías del pensamiento,
hilos de mar, bosque de espejos…
fluyen verdades.
Este poema está incluido en el libro "Inspiración otoñal" Editado por el Centro poético de Madrid.
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