Sereno y sosegado,
como agua del arroyo
llegaré a ti
¡Señor!
No tropezaré más con la tristeza,
la soledad no será mi compañera.
No seré broza, ni fango mundano.
Caminaré erguido sobre piedras,
las aristas no me dañarán,
como me daña la critica, el prójimo.
Sereno y sosegado como ola de mar
llegaré a ti ¡Señor!
Andaré por parajes yermos.
Encontraré el único sendero de la vida
destinado al hombre arrepentido.
Perteneceré al paisaje extraordinario
de floridas primaveras.
Gladiolas blancas de largos tallos,
lirios, begonias, nardos, azucenas y
grandes abetos mecidos por el viento.
Dos aves serán mis guías:
Una torcaz esparcirá mi germen
a la tierra feraz,
brotarán flores silvestres
armonizaran con otras.
Así como los hombres son diferentes
en la faz de la tierra.
Sereno y sosegado,
una golondrina
llevará mi alma a ti
¡Señor!,
más allá de la bóveda celeste.
Sólo espero ser bien recibido.
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