Cuerpo
de límites confusos.
Imagen
incorpórea en la oscuridad
con la
que no puedo lidiar.
Las
niñas de mis ojos te retienen,
apariencia
abismal,
sutil
silueta incitadora de pecado.
Tu
desnudez, la nuestra
enciende
las estrellas.
Dentro
de la alcoba, dulces ecos;
presagios
derramas
por tus
pechos.
Tu
corazón aloja mi testimonio de fuego
toco tus
contornos diariamente,
pómulos
salientes,
cuerpo
que se hace visible
con
mariposa entre las piernas.
Entre
cada mudanza,
del día
a la noche
existe
una espera.
Tiempo,
invencible diamante,
no
siempre nuestro.
Esa
mudanza de instantes
produce
dolor no caduco.
Lágrima,
herida de sangre,
de
murmurantes asilos,
de
constantes ausencias
que
contemplan la noche.
Ávido
amor que inicia
bordeando
la oscuridad
no
perdura en un beso, una caricia,
trastocados por el tiempo
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