Una tarde, al regresar de
visitar Jerusalén, donde compró una lámpara, se baña para descansar, al salir
del baño mojada, quiere apagar la lámpara, y se electrocuta, muere cuando es
trasladada en ambulancia ha Tel Aviv, en
el mejor momento de su vida un 7 de agosto de 1974.
Quiero recordarla como lo que
fue. Una excelsa escritora, este mayo si viviera, habría cumplido 88 años,
quiero imaginarla en algún confín, con su pluma en la diestra dibujando sobre
papel blanco, hermosas letras negras,
iluminan con su poesía la oscuridad con que algunos vivimos, a pesar de su
soledad, Rosario Castellanos siempre tuvo su remanso en la literatura.
“Para nada cambiaría mi origen
de sauce solitario extasiado a la orilla del camino”.
Quiero imaginar a ésta excelsa
escritora, primero poetiza, ensayista, en su continuo trabajo; abrevando en lo
mejor de la literatura, discrepando, defendiendo sus ponencias feministas, era
la mejor en su género. Dictando conferencias, para iluminar con su luz de
sabiduría nuestra ignorancia, en algunos aspectos de la cultura femenina,
obtuvo su maestría en Filosofía y Letras en 1950, basándose en personajes
antifeministas, como Otto Weinger, A. Schopenhauer Moebius o en eterno coloquio
con los intelectuales de su época, como Carballido, Otto Granados, Juan Rulfo,
en los encuentros de literatura en México.
En 1962 y en 1969 en Chile
sobre la creación literaria en la sociedad contemporánea, al lado de Miguel
Arguedas y Mario Vargas Llosa, brilló con luz propia al lado de grandes
figuras.
Así quiero imaginar a esa
mujer, cuyo don de la palabra escrita, la llevó a obtener grandes
reconocimientos, por su talento, por su aplicación y trabajo, solamente así
podemos vislumbrar la inmensa obra de la poetiza, arduo sería mencionar
cronológicamente todos los logros que obtuvo.
Nacida en México pero criada en
su niñez y adolescencia en Comitán, Chis., proviene de una familia venida a
menos, afectada por la época de cambios sociales de la Reforma Agraria.
Rosario Castellanos Figueroa,
nace un 25 de mayo de 1925. Es una niña solitaria, distante, cuyo único remanso
son las páginas de un libro.
Las diferencia de cultura de
sus padres, la falta de comunicación entre ellos, deja profunda huella en la ya
adolescente mujer, su padre la adentró en el hábito de la lectura, conoce a la
mayoría de los Clásicos infantiles, a Amado Nervo en su adolescencia y a medida
que va conociendo diferentes autores como Carlos Pellicer, José Gorostiza y
Rubén Darío fija la dimensión de la palabra escrita y comienza a escribir, al
principio cartas de amor para sus compañeras de escuela en la secundaria.
Al morir sus padres, canaliza
sus sentimientos y emociones a la poesía, se da cuenta que puede manejar el
lenguaje, la palabra y comienza a escribir. Sus primeros versos son publicados
en un periódico de Tuxtla Gutiérrez, Chis., su potencial es descubierto por el
Director del periódico quien le asegura gran porvenir.
En 1942 surge la poetisa, para
1947 publica “Apuntes para una declaración de fe”, y en 1948 “Trayectoria de
polvo”. “Nací a la misma hora en que nació el pecado y como él fui llamada
soledad”.
Rosario es maestra de Lógica,
Ética y Filosofía en La Universidad Motolinía y en el Colegio Miguel Ángel en
la ciudad de México.
También acotaremos que su obra
ha sido objeto de numerosos estudios literarios, sociológicos y psicológicos,
de algunos pasajes de su vida.
Un año después de obtener su
maestría recibe una beca para estudiar estilística en España en 1951 con Dámaso
Alonso, conoce a Gabriela Mistral, convive con ella y crece mas emocional e
intelectualmente, había sido acompañada por Dolores Castro amiga inseparable de
Rosario desde los dos últimos años de bachillerato en México, un viaje lleno de
experiencias que son aprovechados al máximo por las escritoras.
Una funesta consecuencia, la
precaria beca, la mala alimentación hacen que Rosario enferme a su regreso a
México, tiene que guardar reposo, al igual que Simone Weil enferma de
tuberculosis pero no por eso deja de escribir, publica: “Salomé”, “Judith” y
“Tablero de damas”, siempre la presencia de la mujer en sus obras, ya sea
considerada como objeto, sojuzgada, abandonada, soltera o reprimida,
obligándola a despertar de su letargo, afortunadamente no muere como Simone
Weil, de quien algún día espero escribir, ya que a través de Rosario
Castellanos, he conocido mas a cerca de esta escritora mística y su sacrificada
vida que me dejó impresionado.
De alguna manera la escritora
va creciendo al contacto de los escritores tanto mexicanos como europeos fijado
su figura feminista que mas adelante le trajera fama mundial.
Es también un poco parecida sin
ser irreverente a Sor Juana Inés de la Cruz, se rapa al igual que ella, para
huir del matrimonio, publica un nuevo libro “El Rescate del Mundo”.
Y continúa sus estudios y
lecturas, no hay momento para el amor, regresa a su querida Chiapas y trata de
acercar a los indígenas a la cultura, trabaja incansablemente, es promotora en
“ICAH”, dona libros, funda una biblioteca, es maestra en la Facultad de Derecho
de San Cristóbal de las Casas. Es una etapa mas de su intensa vida, despliega
energía, fuerza y sobre todo luz a todo lo que la rodea, una descripción de su
tierra natal; “Mujeres de la espuma y del ademán que limpia, halladme un río
hermoso para lavar mis días”.
No puedo pasar por alto su
malogrado matrimonio con el filosofo Ricardo Guerra que dura 12 años y termina
por la actitud machista de éste, nunca aceptó las posturas feministas de
Rosario ni su éxito, de esa unión nació su hijo Gabriel, plenitud que obtiene
como mujer.
Su postura de integración
feminista es destacada, sus fuentes fundamentales ahora son; Virginia Wolf,
Simone Beauvoir y Simone Weil, donde no es aceptado el papel conformista de la
mujer sin acceso a la cultura, no quiere que sea el hada del hogar, ni que se
limite por la maternidad, pide Rosario que tengan las mismas oportunidades que
los hombres para lograr un mejor desenvolvimiento.
Su inmenso amor por los
indígenas la hacen mencionarlos en casi un 50% de sus obras, describe la fauna
y la flora, las danzas totziles, tezales, El tejoncito maya.
En San Cristóbal de las Casas
es Directora del Teatro Guiñol “Petul” y lo lleva a los rincones más apartados
de Chiapas, en 1961 publica “Mi Constitución” y “Mi libro de lectura” para el
INI.
Fue distinguida con numerosos
premios: 1958 por Balun Canán, premio Chiapas. En 1960 el premio Javier
Villaurrutia.
En 1962 publica “Oficio de
Tinieblas”, en 1967 recibe el premio Mujer del año por el Club Zonta, en 1964
publica “Los convidados en agosto” además es catedrática de Literatura
1967-1971 en la UNAM, y colaboradora de Excelsior desde 1963 en el suplemento
cultural Diorama.
Pero el año de 1971 será de
vital importancia, es designada por decreto presidencial Embajadora de México
en Herzelia Pitua, Israel.
Se establece un puente a través
de la escritora ente México e Israel, ella se da tiempo para ser maestra de
Literatura Hispanoamericana.
Además colabora con un artículo
semanal en Excelsior a invitación de Julio Sheerer y en 1972 se publica “La
poesía no eres tú” la más lograda de todas.
En 1973 se publica “ Mujer que
sabe latín…” obra que conozco junto a “Juicios sumarios”, y en 1974 cuando
Rosario se sentía más feliz de estar en Israel y de tener una buena
comunicación con su hijo, ya que así, lo había confesado a su amigo el Dr.
Nahum Naced en una de sus últimas platicas.
Bibliografía; Mujer que sabe
Latín…, Juicios Sumarios, Un ensayo de Perla Swarts, Bella dama sin piedad
(poesía), y El recuerdo, de un servidor, del espacio que tenía en Excelsior
semanalmente.
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