In memoriam de:
Jesús
Sarmiento S. y tío Guillo
Hombres de pálido perfil.
Acechan golondrinas muertas.
De noche, todo es sombra.
Brillo de luna, daña; es espejo.
Largo sueño de una estrofa.
Aristaco de Samosa no mintió,
cráter opaco inunda el Mar Nibium,
parte de la luna oscura,
quebranta mi
memoria.
Dolor…dos recuerdos recientes.
Muerte… todo lo profanas
…todo lo trastocas,
el viento no
lleva el sentimiento.
Aparecen soplos de marzo,
crecen pequeños arbustos solanáceos.
En mi pecho habita la congoja,
por quienes duermen tranquilos,
en el Papaloapan
y el Golfo,
hasta terminar en el infinito.
Siendo héroe de afanes cotidianos
no puedo llorar lo que llevo en el alma.
Me rodean bosques hostiles, espesos, oscuros,
gente que convierte el dinero en lodo.
Cerca de los árboles hay gotas de perversidad
y pútrida ignorancia,
disfrazada con bellas palabras.
Hombres que no se encuentran en un solo lado
porque no tienen raíz; la llevan dentro.
Benefactores; necesitan una hagiografía
aunque sea por demás,
lo seguiré afirmando, ¡no callaré!
Al terminar este homenaje puedo decir:
Esos hombres de pálido perfil
inquietaban con su voz,
eran ventarrón de ecos.
Parvadas de garzas y pájaros exóticos,
acompañaron sus cortejos.
No sé cuando duerma en prado, túmulo.
Sin epitafio, en fin… no importa.
Esperaré, sentado junto a la sombra
de moho y ternura
observando hormigas,
triturando mariposas…
con mi sentimiento gris.
Escucharé notas celestiales de catedral,
vaso Corintio donde se vertieron sus cenizas
delineado con tinta carmesí.
Desde su morada,
amortajados con bellas flores y
sedante agua cristalina:
Escucharé el susurro de una carcajada.
Observaré el cielo:
¡Ahí estarán!
ojos colgados esperando cintilar estrellas.
Pedirán un poco de pan por el recuerdo:
Es el alimento de los que partieron.
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