martes, 15 de septiembre de 2015

Insurgencia mexicana

Insurgencia mexicana

Por. Isidoro A. Gómez Montenegro.
Gobernar es rectificar.
Confucio.

El nacimiento de México no puede explicarse sin destacar las aportaciones de Hidalgo en 1810 e Iturbide en 1821.
Afirman algunos historiadores que la insurrección quedó aplastada en 1817, luego del fracaso de la expedición de Javier Mina, no es exacta. Otros dicen que el único rival para las fuerzas reales era Vicente Guerrero, quien operaba en el territorio que hoy lleva su apellido. La verdad es que el estado de guerra era generalizado y continuo. Las fragmentaciones de la insurgencia eran su debilidad y fortaleza. Debilidad porque impedía conocer acciones militares de gran envergadura y  consensuar un proyecto político.
En la actualidad hablar de utopía, en el dominio de la ideología neoliberal, quien cree en ella se encuentra desfasado o fuera de la realidad social e histórica. Se ha detectado el exterminio de la historia, de la filosofía, del marxismo, del socialismo, la misma utopía y otras doctrinas que han pasado a formar parte de sistemas de gobierno por los que hemos atravesado después de la insurgencia y que otros países también lo han pasado.
La filosofía y la política se han vinculado a la praxis social, sobre todo al humanismo, creando una conciencia positiva de la utopía, da a los pueblos una razón de vivir. Sin la utopía la vida del hombre sería imposible.
El predominio de la ideología neoliberal ha venido desde hace varios gobiernos, sin que exista un gobierno que corrija, castigue, censure.
Octavio Paz dijo: La teología es la pasión enferma de los novohispanos; después de Juárez  y las revoluciones comunistas del Siglo XX.
La escatología católica sigue viva, deformada en la visión en que se educan a millones de jóvenes que están en el apogeo de su vida productiva.
Sin cielo eterno o sin comunismo futuro, la vida del hombre, dicen los teólogos de ayer y de hoy, carece de sentido. Los que no compartimos esa fe valemos menos.
Desde que Platón aspiró a que el Estado sustituyera a los padres de todos los hijos de los ciudadanos, hasta las realizaciones más o menos cabales de la utopía. El estado siempre ha fracasado como sustituto de la autoridad familiar.
Cuantos huérfanos del Estado viven abandonados sin subsidio, sin amor, con un futuro desolador. ¿Dónde están los valores de los mexicanos?, ¿dónde está la conciencia social?,  la solidaridad internacional, ¿dónde están  los mexicanos católicos?, de ahí nuestra oposición al neoliberalismo.
Esta es una prueba dolorosa del fracaso social, de los izquierdistas mexicanos, de los intelectuales progresistas. Padecemos el abandono de los últimos gobiernos.
Al igual que Aristófanes, Woody Allen acusa a Sócrates de poseer todos los defectos que criticaba.
Necesitamos volver a la moralidad, a las analectas de Confucio, Confucio es llamado “el maestro más grande del género humano”. Sócrates fue asimismo un gran maestro. Sus diálogos estaban dirigidos para los hombres espirituales más cultivados y letrados de la época; el hombre aprende en comunión con otros.
La crueldad, los secuestros, la inseguridad social, las extorsiones, los secuestros virtuales, las llamadas telefónicas, asesinatos, abusos, la indolencia, la violencia familiar, la violencia contra las mujeres, el desempleo son señales inequívocas de la derrota nacional, debido a la mala coordinación del poder judicial.
Si volvemos a los próceres, igual que a la educación, el conocimiento, al aprendizaje de buenas costumbres, todo debe venir del núcleo de la familia en el hogar, hacia afuera, marcando los valores.
La moral, el patriotismo, la civilidad, aceptar la disidencia pacifica fundada en el derecho.
Gocemos de la libertad que tenemos de elegir a nuestros gobernantes, guías morales, representantes de partido, sin compra de votos o presión, sin cooptar a las personas y sin represalias por los resultados.
Que se nos permita a los componentes del tejido social tener capacidad de análisis, de crítica, de diferir y disentir en las acciones sociales. Además debemos aprender  a coexistir en paz.
Así tendremos esperanza de llegar a la verdadera democracia, libertad, a las oportunidades para todos y a la esperanza.
Esa sería la mayor aspiración de nuestra nación. Sería la renovada humanidad sin promesas incumplidas. Vestigio de sueños y principio del pensamiento revividos de generación en generación. Sin tener que volver a la dura experiencia de siglos de nuestros patriarcas.


 

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