miércoles, 31 de julio de 2013

Llegaron las lluvias


Hoy los andadores de Jacarandas
se pintan con lluvia,
cada rama se mueve con el viento.
La carretera transismica se ha vuelto intransitable
por momentos cae agua torrencial.
Los vehículos tocan el claxon
como maullido de gato.
Barro, fango, lodo, hoyancos y baches
temo; no llegar a mi destino.
Imágenes de transeúntes se vuelven líquidas.
Plumas de pájaros mojadas,
 no trinan ni triscan,
coagulárseles la sangre por tanta humedad.
Estos meses
ha habido varios accidentes automovilísticos.
Ordenados, amables, probos agentes de transito,
cumplen su jornada…
Camino, el viento seca mi dolorido cuerpo.
El automóvil se atasca,
carecemos de fuerzas para empujar
mi esposa y yo,
las llantas llenas de arena, grava.
Caterpillar, trascabos, volteos paran su trabajo,
las lluvias han ganado la partida.
Me recuerdan mi infancia,
alguien pasa, con dificultad me saluda,
no lo distingo, los lentes están empañados
y la ropa mojada.
 Así  inició la mañana,
a los que vivimos en las inmediaciones
de Cosoleacaque y Mina.
 Rumor de viento,
la lluvia vuelve a pintar las aceras,
nuevo fragor anuncia época de lluvia.
El cielo se vuelve azul
y el animus para mí.


Alguien me espera

 
Un Ángel bajará por mí,
con canto célico
me acuñará en su pecho.
 
Tengo una estrella en el cielo.
 
¡Eres tú Señor!...
 
Aprendí del firmamento,
sublime melodía,
viene en bandadas
y coruscantes esferas.
 
Agónico mirar
de los que mueren.
 
Partiré desnudo, pobre.
 
Llegaré a la pureza del cielo
cruzando aguas estigias
con el lebrel acompañándome.
 
¡Ahí te encontraré Señor!
 
Escucha mi confesión arrepentida.
 
No sé si me darás la salvación,
si enjugarás mis lágrimas,
reconfortarás mi corazón y
salvarás mi espíritu.
 
¡Trinidad!
a ti me aferro
Padre,
Hijo y
Espíritu Santo

miércoles, 24 de julio de 2013

Cautivo de una lágrima

 
 
Desplieguen sus alas  pájaros,
entornen el vuelo.
En pintado cerúleo cielo
donde no puedo escapar de tu mirada.
Soy cautivo de tus azules ojos,
los árboles no voltean a mirarse.
Soy cautivo de tu mundo
del dilacerante destino
de horas lastradas .
En el bosque los olivos se deshojan
en agosto y septiembre.
Los elfos corren sobre hojas secas;
caídas.
El follaje, las diminutas mañanitas
brotan silvestres, se yerguen hacia el sol.
Espero sobre un anciano tronco
con la corteza añejada… aletargado.
Encontraré el día, el momento, que me liberes.
Te llevo prendada,
desde que te vi por el nemoroso.
Somos almas adventicias,
sobrevivimos en un mundo
facticio, en el vórtice del tiempo.
Surge ante nuestros ojos:
La higuera, un azahar,
un trébol de cuatro hojas.
Nos hemos de mirar,
espero…
me liberes de ésta prisión húmeda
de agua y sal
convertida en lágrima.
 

Recuerdos

 
 

Me voy a entregar a los recuerdos.

Viejo, cansado

ya no reparo en nimiedades

se han vuelto pesados los años

en la landa llanura de la vida.

Aquella sonrisa, tu sonrisa

no se borra de mi memoria.

Adolescentes días de risa y besos,

manos temblorosas, acariciaban

tu piel lozana.

Ahora camino despacio

me cubro de la lluvia

para no resfriarme.

Uso zapatos cómodos

en mis pies doloridos.

Aún siento

esa inquietud desbocada

al estar junto a ti.

Empezaré…

a vivir de recuerdos.

 

Mujer alada


A la mujer
se le puede querer a mitad del día;
sentada, abandonada... pensando.
En reposo u olvido,
al caer la tarde lenitiva
convivo con su ominosa carne.
A la mujer
también se le puede querer
cuando llega la noche,
entiendo la feminidad
del mundo;
cuando pego mi cabeza
en tu regazo como madre.
Cuando eres mi cómplice
tomada de mi mano
como aquel poema
apenas recordado
donde somos hermanos.
A la mujer
también se le puede querer sexualmente.
Inventar la noche y
escarceos de sueños húmedos.
Mujer oscuridad en llamas.
Mujer paloma alada… fruto enfebrecido.
A la mujer alada de mirada de seda
de cuerpo mas tuyo que mío,
resplandor en la noche, cruel deseo
Mujer…
podemos inventar el mudo cada día.
 

lunes, 22 de julio de 2013

Despedida a la Profa. Daphne


Hombres de pálido perfil

In memoriam de:
Jesús Sarmiento S. y tío Guillo
 
Hombres de pálido perfil.
Acechan golondrinas muertas.
De noche, todo es sombra.
Brillo de luna, daña; es espejo.
Largo sueño de una estrofa.
Aristaco de Samosa no mintió,
cráter opaco inunda el Mar Nibium,
parte de la luna oscura,
quebranta  mi memoria.
Dolor…dos recuerdos recientes.
Muerte… todo lo profanas
…todo lo trastocas,
el viento no  lleva el sentimiento.
Aparecen soplos de marzo,
crecen pequeños arbustos solanáceos.
En mi pecho habita la congoja,
por quienes duermen tranquilos,
en el Papaloapan  y el Golfo,
hasta terminar en el infinito.
Siendo héroe de afanes cotidianos
no puedo llorar lo que  llevo en el alma.
Me rodean bosques hostiles, espesos, oscuros,
gente que convierte el dinero en lodo.
Cerca de los árboles hay gotas de perversidad
y pútrida ignorancia,
disfrazada con bellas palabras.
Hombres que no se encuentran  en un solo lado
porque no tienen raíz; la llevan dentro.
Benefactores; necesitan una hagiografía
aunque sea por demás,
lo seguiré afirmando, ¡no callaré!
Al terminar este homenaje puedo decir:
Esos hombres de pálido perfil
inquietaban con su voz,
eran ventarrón de ecos.
Parvadas de garzas y pájaros exóticos,
acompañaron sus cortejos.
No sé cuando duerma en prado, túmulo.
Sin epitafio, en fin… no importa.
Esperaré, sentado junto a la sombra
de moho y ternura
observando hormigas,
triturando mariposas…
con mi sentimiento gris.
Escucharé notas celestiales de catedral,
vaso Corintio donde se vertieron sus cenizas
delineado con tinta carmesí.
Desde su morada,
amortajados con bellas flores y
sedante agua cristalina:
Escucharé el susurro de una carcajada.
Observaré el cielo:
¡Ahí estarán!
ojos colgados esperando cintilar estrellas.
Pedirán un poco de pan por el recuerdo:
Es el alimento de los que partieron.
 


Los invito a ver la Revista Literarte

http://revistaliterartedigital.blogspot.com.ar/2013/07/isidoro-gomez-montenegro-mexicojulio-de.html

jueves, 18 de julio de 2013

Para morir

 
Para morir…
 basta algo de brisa
que cale hasta los huesos.
Apagar la luz para morir apenas.
Para morir…
se necesita cerrar los labios
antes de decir amor.
La sangre obligada
al salir de los labios
espera tengan color las palabras,
encontrar la moneda perdida.
En el anaquel,
el libro nos susurra algo;
el plato en la mesa
con restos de condumio
 cubiertos; puedan volver a ser mineral.
Para morir…
hay pocas palabras que lo expresen.
Desde el balcón de un edificio antiguo
hoy ya no queda ninguno,
se escucha poco la luz de las estrellas
 las noches; tienta a los suicidas.
Los pájaros nocturnos redondean sus nidos,
 sacuden sus plumas.
Para morir…
no sé si tenga
que salir de la asunción del mar
donde quedaron mis huesos
 emergen de arrecifes de coral rojo.
Me animaré a caminar entre
ciegos; no ven mas allá de su nariz
los indolentes pedigüeños.
Para morir…
solo necesito
del claro silencio de mi boca.