viernes, 31 de octubre de 2014


Guy de Maupassant

 

Por. Isidoro A. Gómez Montenegro.

 

Los árboles toman color en verano, han pasado los años de mi juventud mal llevada, la luna se esconde de la lluvia, quiero narrar, aunque no tengo ese regalo maravilloso de la narrativa, doy principio a esta historia que sale de mi cálamo y de la investigación sobre éste personaje.

Guy de Maupassant, muy joven, casi niño, asesorado por su maestro Fluber fue iniciado precozmente en la lectura, convirtiéndose en lector voraz, en seguida empezó a escribir, sobre sus rodillas colocaba sus trabajos, pues no alcanzaba la mesa, su mentor lo llevaba a leer con otros jóvenes, Guy contaría con 12 o 14 años, aunque ya se destacaba de los demás por su forma de escribir, primero tuvo la inquietud de la poesía, se dio cuenta que no era su verdadera inclinación, sobre este tema no abundaré.

Su principal don era el de la narrativa, ese fue su fuerte, quienes lo conocieron lo describen como un joven vigoroso que le gustaba remar en el lago, bien  desarrollado físicamente. Otros como Emilio Zola quien lo describe como un hombre de gran apetito sexual.

La realidad es que teniendo buen físico y no siendo mal parecido, era galante, cuenta una anécdota. Fluye el misterio de los átomos reproductivos esto es poco creíble, dentro de los pasajes podemos mencionar uno quizás entre mil: “Llovía copiosamente, Maupassant esperaba bajo un paraguas que pasaran los caballos para atravesar la calle, una bella muchacha se detuvo a su lado, él la tomó del brazo, la cruzó del otro lado y con una reverencia, inclinándose le dijo: Señorita la he dejado en su casa”.

Maupassant nace un 5 de agosto de 1850 en París y el 6 de junio de 1893 muere en un manicomio, tenía al fallecer 43 años, era un joven con ingenio, fue considerado en su época “El príncipe de los narradores”, por su manera de manejar el cuento corto. Es considerado el relator más completo  del Siglo XIX, vigente aún y sumamente encantador.

Al hacer un paréntesis desde “Bola de cebo” que fue un éxito, el último “Bel-Ami” novela, no denota su locura o sus crisis, quienes lo notaron fueron sus amigos. Él se miraba al espejo desliñado, temeroso y a veces divagando solo. Algo lo acosaba, el recuerdo de un hermano que había muerto  loco.

Hay otra versión que investigué, su locura no pudo ser heredada, sufría convulsiones de epilepsia, por una lesión cerebral causada por la sífilis, enfermedad que era mal curada en aquel entonces con salvarsán.

Nos quedaremos con la duda, detrás del nombre de una persona puede haber alguna parte oscura, eso les corresponde a los biógrafos.

Su última novela “Bel-Ami”, lo sitúa como el mejor de los prosistas de su tiempo, a pesar de ser su fuerte el cuento corto, hizo finalmente novela.

Repito una frase del prólogo de su libro “Lo verdadero no puede ser verosímil”

Considero que es necesario volver a leer sus cuentos, conoceríamos más del príncipe de los narradores.

Dedico con cariño éste trabajo a Manuel Alor, escritor en ciernes que promete ser príncipe de la narración, originario de Cosoleacaque, ganador del segundo lugar en la Antología que la Mesa Redonda Panamericana que tuvo a bien convocar a jóvenes escritores de la región.

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