viernes, 13 de septiembre de 2013

Llegaré a ti ¡Señor!



Sereno y sosegado,

como agua del arroyo

llegaré a ti

¡Señor!

No tropezaré más con la tristeza,

la soledad no será mi compañera.

No seré broza, ni fango mundano.

Caminaré erguido sobre piedras,

las aristas no me dañarán,

como me daña la critica, el prójimo.

Sereno y sosegado como ola de mar

llegaré a ti ¡Señor!

Andaré por parajes yermos.

Encontraré el único sendero de la vida

destinado al hombre arrepentido.

Perteneceré al paisaje extraordinario

de floridas primaveras.

Gladiolas blancas de largos tallos,

lirios, begonias, nardos, azucenas y

grandes abetos mecidos por el viento.

Dos aves serán mis guías:

Una torcaz esparcirá mi germen

a la tierra feraz,

brotarán flores silvestres

armonizaran con otras.

Así como los hombres son diferentes

en la faz de la tierra.

Sereno y sosegado,

una golondrina

llevará mi alma a ti

¡Señor!,

más allá de la bóveda celeste.

Sólo espero ser bien recibido.

 

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