No
mirabas árbol,
ni
polvo, ni viento.
Tus
ojos
desaparecieron
bajo tierra.
En tu
boca
gracia furtiva de besos.
No
mirabas mi boca
vacía de sufrimiento,
ni
tocabas mis manos
estériles
de vida.
El
espeso polvo
daba
sabor a amarga vida.
Había
brillo en tus ojos,
tu frente
perlaba sudor,
recuerda
el tiempo
de
infancia trascurrida,
triste
y lenta.
Mi alma
no soporta la desesperanza…
el alma
rota.
Rota la
conciencia,
tus
palabras volaban ágiles,
extrañas,
tiernas y leales.
Un
lucero te miraba brillar,
una
flor apareció en tu frente.
No
mirabas el árbol,
ni el
polvo, ni el viento.
Te
desmayaste bajo un beso.
Simulabas
ser paloma
perdida
en vuelo,
eras la
paloma amada.
Te manifesté
mi amor y
tú
miraste el árbol,
el
polvo, el viento.
Algo
nuevo asomó a tus ojos,
tus
sueños se revelaron
hubo
mirada retadora y
estremecida
con llanto.
No eres
la misma de antes,
ni de
otro tiempo.
Ahora
imaginas y vuelas,
o
vuelas e imaginas,
te
fatigan los abrazos.
Paloma,
lloras
a un helecho lánguido
e
imaginas.
Sé que
me he perdido,
estoy extraviado en la oscuridad,
en la
tuya… tal vez he triunfado.
Muchos
besos… deshojadas flores
cubren tu cuerpo, dan luz.
Contorno,
dibujo
de tu boca.
Besaré,
figura
y contorno…
te recordaré
dulce paloma.
Trataré
de existir,
de
alguna forma, pensaré…
imaginaré
lo que fue.
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