Hay cosas que no expresamos voluntariamente enclaustrados por los
muros del abandono.
Luchamos contra el destino, la suerte (en la que no creo), el azar.
Hombres y mujeres lo hacemos.
Hombres y mujeres lo hacemos.
Vemos la hora en que sube la marea, adivinamos la edad de las gaviotas.
Añoramos lo que queremos ser tenazmente, a través de la diversidad de
las letras.
Cuando queremos ser creadores, creamos una silla, danzamos,
fandangueamos, cincelamos una piedra para convertirla en escultura, moldeamos la arcilla para hacer una vasija.
Otras veces sentimos, el olor de la madera húmeda de Canadá, el sol en
la niebla, tiempos y silencios, un lecho que late.
Vemos un jardín en el mar, leemos cartas amarillas nunca enviadas ¡necia
basura!
Así es, el que nace necio, necio muere, con su historia vertical.
Siempre queriendo apagar las palabras y la humanidad de otros, avanzando
al pasado y volviendo al porvenir, sin rostro, sin sombra, sin dignidad.
Hay cosas que no expresamos voluntariamente.
Como aquél hombre harapiento de la montaña, necesita del ditirambo para
que su jardín florezca y en su mar brille la espuma.
Tiene una mano gentil que lo alimenta y un rebaño que lo sigue, de todos
modos es caracol (animal baboso) y en su edén idílico se proclama poeta.
Hay cosas que no podemos explicar los que escribimos: como la poesía; no
se explica, o los caracoles que consume y destruye la sal, acaba con su condición de miseria, infamia,
insidia, siempre a ras de la tierra, mientras la risa de mis ojos te sigue, a
distancia, lentamente permanezco a un costado.
Hay cosas que puedo expresar sin culpa, ni disculpa. Desmontando
anécdotas, veo tus brazos vacíos, tu soledad.
Haz a un lado la distancia a esta orografía, aprende a sacar paz de
donde vives, comprende la pre-soledad, viene la soledad y luego, mucho
después...la alegría dura un instante.
Yo te deseo de corazón, caracol, como decía M. Benedetti,
bienaventuranza sin asideros, sin rencores ni pretextos, sin las cosas que nos
separen.
Hay tan solo centímetros entre tus manos y las mías.
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