jueves, 18 de julio de 2013

Herido el viento

 

Herido ha pasado el aire

pocas veces, ha ratos,

como una clámide o aúllo.

Entre rama y rama,

hoja seca madera y rododendro

a lo lejos la alta serranía umbría,

tocada apenas por aletargados displicentes

destellos de sol.

¿Me habré ido esta primavera o para fin de año?...

Solo para los que han recorrido los meandros

por los que yo he andado.

He sentido el filo del aire en mis carnes,

la humedad del viento, en febril calosfrío

como premonición; sé que nada puedo atesorar.

He de fugarme hoy que llueve, en contra de un

resquicio en la lluvia para esconderme.

Me fugaré definitivamente, ignoro si alguien

pueda volver a acomodar mis manos

como cuando dormía.

Hasta que el último alcaraván muera

mi voz se volverá susurro con el viento,

como un toque que da el tiempo a cada ser humano.

Se llevará el grito burlón el escarnio del abusivo

que canallescamente actúa,

el rumor donde van a quedar sembrados en los osarios.

Herido el viento se llevará…

mis frases poéticas que a veces escribo a alguna mujer

que fue formada de sal y espuma;

encogida como un hada o Nereida.

O alguna otra mujer hecha de hiel y amargura

aquella que dejó unas lagrimas

como un marinero deja un beso en cada puerto y se va.

El viento, su canto, su ritmo, su toque apaga la vida,

apaga la llama, anuda las voces, irónicas,

mordaces de los ramplones quienes hacen

escarnio del árbol caído.

Disgregando aquellas risas de mis días colegiales,

Dios escuchará alguna vez mi cantar.

Herido el viento lo lleve a surear,

Como arrullo o lamento lloroso diré:

Simplemente que he venido a cantar

desde un cementerio.

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