jueves, 4 de julio de 2013

A un sauce solitario



Una tarde, al regresar de visitar Jerusalén, donde compró una lámpara, se baña para descansar, al salir del baño mojada, quiere apagar la lámpara, y se electrocuta, muere cuando es trasladada en  ambulancia ha Tel Aviv, en el mejor momento de su vida un 7 de agosto de 1974.

Quiero recordarla como lo que fue. Una excelsa escritora, este mayo si viviera, habría cumplido 88 años, quiero imaginarla en algún confín, con su pluma en la diestra dibujando sobre papel blanco,  hermosas letras negras, iluminan con su poesía la oscuridad con que algunos vivimos, a pesar de su soledad, Rosario Castellanos siempre tuvo su remanso en la literatura.

“Para nada cambiaría mi origen de sauce solitario extasiado a la orilla del camino”.

Quiero imaginar a ésta excelsa escritora, primero poetiza, ensayista, en su continuo trabajo; abrevando en lo mejor de la literatura, discrepando, defendiendo sus ponencias feministas, era la mejor en su género. Dictando conferencias, para iluminar con su luz de sabiduría nuestra ignorancia, en algunos aspectos de la cultura femenina, obtuvo su maestría en Filosofía y Letras en 1950, basándose en personajes antifeministas, como Otto Weinger, A. Schopenhauer Moebius o en eterno coloquio con los intelectuales de su época, como Carballido, Otto Granados, Juan Rulfo, en los encuentros de literatura en México.

En 1962 y en 1969 en Chile sobre la creación literaria en la sociedad contemporánea, al lado de Miguel Arguedas y Mario Vargas Llosa, brilló con luz propia al lado de grandes figuras.

Así quiero imaginar a esa mujer, cuyo don de la palabra escrita, la llevó a obtener grandes reconocimientos, por su talento, por su aplicación y trabajo, solamente así podemos vislumbrar la inmensa obra de la poetiza, arduo sería mencionar cronológicamente todos los logros que obtuvo.

Nacida en México pero criada en su niñez y adolescencia en Comitán, Chis., proviene de una familia venida a menos, afectada por la época de cambios sociales de la Reforma Agraria.

Rosario Castellanos Figueroa, nace un 25 de mayo de 1925. Es una niña solitaria, distante, cuyo único remanso son las páginas de un libro.

Las diferencia de cultura de sus padres, la falta de comunicación entre ellos, deja profunda huella en la ya adolescente mujer, su padre la adentró en el hábito de la lectura, conoce a la mayoría de los Clásicos infantiles, a Amado Nervo en su adolescencia y a medida que va conociendo diferentes autores como Carlos Pellicer, José Gorostiza y Rubén Darío fija la dimensión de la palabra escrita y comienza a escribir, al principio cartas de amor para sus compañeras de escuela en la secundaria.

Al morir sus padres, canaliza sus sentimientos y emociones a la poesía, se da cuenta que puede manejar el lenguaje, la palabra y comienza a escribir. Sus primeros versos son publicados en un periódico de Tuxtla Gutiérrez, Chis., su potencial es descubierto por el Director del periódico quien le asegura gran porvenir.

En 1942 surge la poetisa, para 1947 publica “Apuntes para una declaración de fe”, y en 1948 “Trayectoria de polvo”. “Nací a la misma hora en que nació el pecado y como él fui llamada soledad”.

Rosario es maestra de Lógica, Ética y Filosofía en La Universidad Motolinía y en el Colegio Miguel Ángel en la ciudad de México.

También acotaremos que su obra ha sido objeto de numerosos estudios literarios, sociológicos y psicológicos, de algunos pasajes de su vida.

Un año después de obtener su maestría recibe una beca para estudiar estilística en España en 1951 con Dámaso Alonso, conoce a Gabriela Mistral, convive con ella y crece mas emocional e intelectualmente, había sido acompañada por Dolores Castro amiga inseparable de Rosario desde los dos últimos años de bachillerato en México, un viaje lleno de experiencias que son aprovechados al máximo por las escritoras.

Una funesta consecuencia, la precaria beca, la mala alimentación hacen que Rosario enferme a su regreso a México, tiene que guardar reposo, al igual que Simone Weil enferma de tuberculosis pero no por eso deja de escribir, publica: “Salomé”, “Judith” y “Tablero de damas”, siempre la presencia de la mujer en sus obras, ya sea considerada como objeto, sojuzgada, abandonada, soltera o reprimida, obligándola a despertar de su letargo, afortunadamente no muere como Simone Weil, de quien algún día espero escribir, ya que a través de Rosario Castellanos, he conocido mas a cerca de esta escritora mística y su sacrificada vida que me dejó impresionado.

De alguna manera la escritora va creciendo al contacto de los escritores tanto mexicanos como europeos fijado su figura feminista que mas adelante le trajera fama mundial.

Es también un poco parecida sin ser irreverente a Sor Juana Inés de la Cruz, se rapa al igual que ella, para huir del matrimonio, publica un nuevo libro “El Rescate del Mundo”.

Y continúa sus estudios y lecturas, no hay momento para el amor, regresa a su querida Chiapas y trata de acercar a los indígenas a la cultura, trabaja incansablemente, es promotora en “ICAH”, dona libros, funda una biblioteca, es maestra en la Facultad de Derecho de San Cristóbal de las Casas. Es una etapa mas de su intensa vida, despliega energía, fuerza y sobre todo luz a todo lo que la rodea, una descripción de su tierra natal; “Mujeres de la espuma y del ademán que limpia, halladme un río hermoso para lavar mis días”.

No puedo pasar por alto su malogrado matrimonio con el filosofo Ricardo Guerra que dura 12 años y termina por la actitud machista de éste, nunca aceptó las posturas feministas de Rosario ni su éxito, de esa unión nació su hijo Gabriel, plenitud que obtiene como mujer.

Su postura de integración feminista es destacada, sus fuentes fundamentales ahora son; Virginia Wolf, Simone Beauvoir y Simone Weil, donde no es aceptado el papel conformista de la mujer sin acceso a la cultura, no quiere que sea el hada del hogar, ni que se limite por la maternidad, pide Rosario que tengan las mismas oportunidades que los hombres para lograr un mejor desenvolvimiento.

Su inmenso amor por los indígenas la hacen mencionarlos en casi un 50% de sus obras, describe la fauna y la flora, las danzas totziles, tezales, El tejoncito maya.

En San Cristóbal de las Casas es Directora del Teatro Guiñol “Petul” y lo lleva a los rincones más apartados de Chiapas, en 1961 publica “Mi Constitución” y “Mi libro de lectura” para el INI.

Fue distinguida con numerosos premios: 1958 por Balun Canán, premio Chiapas. En 1960 el premio Javier Villaurrutia.

En 1962 publica “Oficio de Tinieblas”, en 1967 recibe el premio Mujer del año por el Club Zonta, en 1964 publica “Los convidados en agosto” además es catedrática de Literatura 1967-1971 en la UNAM, y colaboradora de Excelsior desde 1963 en el suplemento cultural Diorama.

Pero el año de 1971 será de vital importancia, es designada por decreto presidencial Embajadora de México en Herzelia Pitua, Israel.

Se establece un puente a través de la escritora ente México e Israel, ella se da tiempo para ser maestra de Literatura Hispanoamericana.

Además colabora con un artículo semanal en Excelsior a invitación de Julio Sheerer y en 1972 se publica “La poesía no eres tú” la más lograda de todas.

En 1973 se publica “ Mujer que sabe latín…” obra que conozco junto a “Juicios sumarios”, y en 1974 cuando Rosario se sentía más feliz de estar en Israel y de tener una buena comunicación con su hijo, ya que así, lo había confesado a su amigo el Dr. Nahum Naced en una de sus últimas platicas.

Bibliografía; Mujer que sabe Latín…, Juicios Sumarios, Un ensayo de Perla Swarts, Bella dama sin piedad (poesía), y El recuerdo, de un servidor, del espacio que tenía en Excelsior semanalmente.

 

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