lunes, 3 de junio de 2013

Alfonsina Storni

 
 
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
 
En “Antecedentes genealógicos de Alfonsina Storni”, escrito por Carlos Alberto Andreola. Se demuestra que la poetisa ascendía de la casa italiana de los Storni y no suiza. Los manuales informan que Alfonsina nació el 22 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, en el Cantón Ticino de Suiza, indica también que se naturalizó argentina el 9 de noviembre de 1920. Ella aboga por la realidad de que su nacimiento tuviera lugar en un navío italiano, en un viaje de sus padres a Italia. Tal vez de ahí su pasión por el mar.
Nace en la época donde la discriminación femenina esta a la orden del día. Así se siente, producto de milenios. Milenios de mujeres oprimidas, silenciadas, maniatadas, tal si vivieran en la Casa de Bernarda Alba. Su Soneto “Pudiera ser” marca esta historia colectiva.
En la adolescencia confió en el amor y fue traicionada. Dio su virginidad, su ternura quedó en sus brazos de madre soltera. El seductor la abandonó. Le dejó en el vientre un diamante. Alfonsina inició el camino del calvario.
Siente en la piel el dolor de la opresión  de una casta pretérita, Su voz desciende a millones de mujeres desaparecidas, rompe el silencio sepultado.
Con ella comienzan tiempos modernos. Su poesía vibra. Es fundadora de la emancipación femenina en América.
Alfonsina es la mayor lirica, fue llama pura de sinceridad, devoró los andamiajes de su intimidad. Su calor fue incomparable. La mujer europea no alcanzó tanta espontaneidad.
Estrella lúgubre se autodefinió, amor incendiado, sin el encuentro efectivo con el otro, no es vivir. Alfonsina desvive el amor, al menos el amor con el que siempre soñó y solo poseyó en sueños. Un desvivir de esta naturaleza es un camino hacia la muerte. Permanente insatisfacción, agrio descontento hay en sus versos. Busca el amor desesperadamente en los ojos de los hombres, al mismo tiempo detesta su flaqueza, de no ser correspondida, esclavitud aceptada con sorda rebelión íntima. En “Ocre”, el hombre: amado, odiado, cruel enemigo de la mujer. Sentimientos de atracción y desprecio, de sumisión y rebeldía.
No hay en nuestra literatura un alma tan atormentada como la de ella. Sufría hondamente cosas que no hacen sufrir a otras mujeres. Dolor había en su alma, era… ¡tan humana! Tenía sentido trágico de la vida, del cual no creo dada la tristeza de su final, que se hubiera atenuado con los años. ¡Para ella; era la vida una tragedia!
Apasionada del mar, persiste a lo largo de su poesía de todas las décadas, es tan grande su pasión que decide entregarse a él, en una muerte voluntaria. Antes de partir a su destino final escribe: “Voy a dormir…” y una carta a su amigo el famoso novelista Manuel Gálvez (1882-1962) “Querido Gálvez: Estoy muy mal. Por favor…mi hijo Tiene un puesto municipal, yo otro; ruéguele al intendente que lo ascienda, acumulándole mi sueldo. Gracias. Adiós. No me olviden. No puedo escribir más. Alfonsina” Algunos dicen que se suicidó por el cáncer que padecía, otros por “la enfermedad de su alma”.
Lo cierto es que escoge el Mar del plata, atraída por él, lo amaba, creía que había nacido en él. En sus brazos quiere sentir la muerte. Al día siguiente entrega a la orilla y a las rocas su cadáver. Estrella lúgubre o estrella de mar sigue iluminando su poesía.


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