miércoles, 5 de junio de 2013

La paloma



No mirabas árbol,
ni polvo, ni viento.
Tus ojos
desaparecieron bajo tierra.
En tu boca
 gracia furtiva de besos.
No mirabas mi boca
 vacía de sufrimiento,
ni tocabas mis manos
estériles de vida.
El espeso polvo
daba sabor a amarga vida.
Había brillo en tus ojos,
tu frente perlaba sudor,
recuerda el tiempo
de infancia trascurrida,
triste y lenta.
Mi alma
 no soporta la desesperanza…
el alma rota.
Rota la conciencia,
tus palabras volaban ágiles,
extrañas, tiernas y leales.
Un lucero te miraba brillar,
una flor apareció en tu frente.
No mirabas  el árbol,
ni el polvo, ni el viento.
Te desmayaste bajo un beso.
Simulabas ser paloma
perdida en vuelo,
eras la paloma amada.
Te manifesté mi amor y
tú miraste el árbol,
el polvo, el viento.
Algo nuevo asomó a tus ojos,
tus sueños se revelaron
hubo mirada retadora y
estremecida con llanto.
No eres la misma de antes,
ni de otro tiempo.
Ahora imaginas y vuelas,
o vuelas e imaginas,
te fatigan los abrazos.
Paloma, 
lloras a un helecho lánguido
e imaginas.
Sé que me he perdido,
 estoy extraviado en la oscuridad,
en la tuya… tal vez he triunfado.
Muchos besos… deshojadas flores
 cubren tu cuerpo,  dan luz.
Contorno,
dibujo de tu boca.
Besaré,
figura y contorno…
te recordaré dulce paloma.
Trataré de existir,
de alguna forma, pensaré…
imaginaré lo que fue.
 


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