martes, 11 de junio de 2013

Atardecer de otoño


Esperanza muerta, cólera, ilusiones abandonadas, perdidas, colores no desahogados, sílabas de rencor olvidado en estrechos corredores. El negro come heces del blanco.

Mujer camina en fuego, orina luz en charcas doradas, ahora los ríos son escarlata, pájaros sobrevolando con alas llameantes, el fuego se licúa, se vuelve lluvia, arrastra tiempo y murmullo; se mimetiza en páginas del día.

Imán avasallador, sufren los demonios y gente de bien parte del Universo, ni la aurora, ni destellos, la pareja viajó en el camión de las desdichas ahora se asfixia en el Café Latino, esta vertical historia desciende al abismo.

Cae la meretriz en manos de corales capilares, pétreos fulgores, sol, polvo derramado, gota ardiente, sangre dorada.

Los circundantes se quiebran, vida, ciudades, cabeza amorfa de medusa. Lo esparcido en rumor del aire queda estratificado.

Capullos de orugas trepan por las paredes, estallan sueños deshechos como enseres domésticos.

Amazonas cruzan  el Universo, convertidas en ciegas moradas del hombre como estiba a punto de caer.

Flautista fantasmal redobla la mirada sobre cientos de mariposas acariciadas por mil manos. Modelos de perfección de la naturaleza, las amazonas galopan entre nubes dormidas, cazan emigs (enanos) con arcos.

Mujeres engoladas contoneasen acuchilladas por el deseo, consuman maratón sexual, quedan magulladas, exhaustas, como aquélla mujer Loto dorado que extrajo la última polución  y se sentó satisfecha, dando grito sordo, efectos no sonoros del cohabitar.

Éxtasis animal, del vocabulario secreto del deseo, perversiones de los que miran, Las mujeres de  de Hassi men, desvaído en la isla, su pasado renueva, el amor verdadero es impertinente; en su juventud anheló parecerse a la persona amada, la esconde donde no la vean los hombres.

Introspectivo, la recuerda desnuda, como modelo inalcanzable para él, la acarició tisularmente cerca de la pelvis y en lenta metamorfosis veía un espeso frente de brumas, sombras calígines.

Han pasado las peores pruebas, ahora, no arden los amorosos. Cada línea del verso, gotea  en el oído de la gente, uniéndola al mundo real.

En las múltiples contradicciones de la vida en pareja, queda anestesiado el hábito cotidiano, existe afuera el Universo prodigioso. Detengo la divagación, la aceleración, pasan cosas asombrosas, caen estrellas cerca de las ventanas producto del tornado.

Densa capa desdibujada, al contorno se disipan los instantes en gotas de rocío, como casamiento del cielo, del infierno  (William Blake)

Volvemos al reposo temporal a nuestra antítesis. Ella desborda el capital de neuronas en busca de sus propias cumbres. Ya sin fuego, en río espumante recupera la memoria, se vuelve grácil, no siempre encuentra generosidad en las personas con aves posadas sobre los hombros; te llaman por tu nombre extasiándote, se mira la corrupción del alma, levanta ámpulas en los hombres.

Si hallas un hombre sayón o pensamos que Azael desea una mujer, se rompe el cordón dorado de la luz de los ángeles quedan sin envoltura, a la deriva.

Se mira espesa frente de sombras caídas del Boster y Burton, ella encuentra a su cómplice  adversaria, retrocede a sus demonios internos, se pregunta dónde quedó perdido el último vestigio de la humanidad; se restituyó la capacidad del valor.

El ángel Azael se convirtió en éter, iluminación, capaz de realizar prodigios y cruzar la tierra sin tocarla con la punta de los pies, salta montañas, atraviesa ríos aceitunados, se encuentra mujeres, con causes entendidos.

Legión de luces parpadean  sorprendidas, no comprenden que los ángeles vuelan y la gente queda muda al escuchar la voz del poeta, cráneo sostiene tu pecho, duerme en tus senos.

Cubre tu cabeza con chal, comienza el reblandecimiento cerebral, vaporosa humedad llega hasta las sienes, amplitud anfibia, el mundo sale del agua.  

Vahos, vapores… espera, no importa que la vida te  tome por sorpresa, te vuelves consverturinaria, conjuntas objetos especiales, disfrutas el ambiente, perfume de especies desconocidas, palabras surgen sin detenerse, por el placer de complacerte. El altar queda iluminado, se mantuvo firme para el ángel, los pájaros pardos quedaron postrados ante la magnificencia  del aletear de sus alas al volar la hojarasca, al marcharse a otro bosque, la ciudad se queda sin pájaros, con árboles desnudos el primer atardecer de éste otoño.    

 

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